Guillermina

Siempre hablo desde mis experiencias. Un bailarín conoce su cuerpo, lo domina, le exige movimientos muy precisos y es capaz de llevar su cuerpo a límites insospechados. Pero muchas veces desde el afán de creernos que siempre podemos pedirle más, no nos paramos a escuchar cuando los pequeños dolores o molestias nos anuncian un mal mayor.

Incluso yo tuve que parar unos días, mi cuerpo estaba muy cansado y no le hice caso.

Como maestra y con ciertos alumnos, cada vez más numerosos, he tenido que cambiar el enfoque de las clases. Los alumnos vienen a clase con una gran tensión por el ritmo de vida que llevamos. Tenemos que dejar que el cuerpo se relaje, que la musculatura se prepare para afrontar el reto del entrenamiento. Movimientos amplios, aunque sean pequeños, que nos permitan sentir nuestro cuerpo y nuestro espacio. Sentirnos grandes.

Hoy en día hay multitud de programas que pretenden entrenarte en poco tiempo. ¿Por qué sometemos a nuestro cuerpo a más estrés? ¿Por qué no le dejamos su tiempo, su espacio y su esfuerzo? No nos engañemos, sabemos que es lo que realmente nos beneficia. Disfruta, diviértete, reta a tu cuerpo y cuídalo.

Yo procuraré aplicarme mi cuento, los consejos que siempre doy a los alumnos, invertir en mi cuerpo para un futuro lleno de movimiento, equilibrio y de vida. Y bailar, que siempre pueda bailar.