Pensé que si seguía entrenando duro y seguía aprendiendo, bailaría a un alto nivel siempre. Pero la vida sigue su curso, aparecen responsabilidades, familia, trabajo, y todos tenemos que adaptarnos a las circunstancias de cada momento de la vida.
Pasan los años y lo que antes decían los mayores de “el tiempo pasa volando”, empieza a ser verdad. Entonces es cuando pensamos en hacer cosas de las que nos gustan de verdad. Pero se plantea la pregunta de ¿soy ya muy mayor para hacer esto que quiero?. Cuando uno es joven siempre tiene más facilidad para todo, es más ágil, la capacidad para aprender, memorizar y comprender nuevas cosas es mayor.
Pero de lo que se trata ahora, es de ser feliz, llega el momento de disfrutar por disfrutar, aprovechar el momento y de lanzarse. Seguir poniendo excusas no ayuda a hacer realidad ese deseo. Aunque ya no tengo juventud ni un cuerpo como el de antes.
Lo verdaderamente inteligente es una vida feliz y efectiva vivida cada día y en cada momento de cada día.
Yo, es algo que me planteé hace algunos años, mis niños eran mayores y contaba con mayor libertad. Me comparo en ocasiones con grandes bailarines, con grades personalidades, con otros bailarines, con otros maestros, con otras personalidades. A veces, siento la presión de las redes sociales y surgen dudas sobre si lo estoy haciendo bien. Pero lo que finalmente deseo es ser feliz.
Una de las cosas que realmente me hace feliz es poder enseñar, mis videos, mis cursos, mis clases, si yo me siento tan bien, creo que puedo trasmitirlo y acercar el baile a las personas que quieren bailar.
Por tanto, hay que dejar de sentirse insuficiente y hacernos dueños de nuestros pensamientos para proyectar en positivo. Si eres dueño de tus propias emociones, si las controlas, no tendrás que coger reacciones de autoderrota. Aprender a dirigir y controlar como te quieres sentir te encamina a la senda de la “inteligencia”.
Podemos pensar lo que queramos. El sentimiento es una reacción física del pensamiento.
Por tanto, si pensamos que bailar nos hace sentir bien y que si bailamos vamos a ser más felices, lo que hay que hacer es bailar.
Ahora viene el segundo paso. Cómo lo hago, busco la opción que mejor me conviene y encuentro los curso y clases online de Guillermina de Bedoya, por ejemplo. Entonces es cuando aparece un enemigo, la pereza, el refugio y la excusa de, por si acaso empiezo con las clases y no obtengo el resultado tan rápido como yo pensaba, ¿voy a ser capaz?
Entonces el cerebro, que ha aprendido a poner excusas como remedio al miedo de enfrentarse a lo desconocido, a lo que se suele llamarla salida de la zona de confort, empieza a idear pensamientos para hacerme sentir bien si no bailo, o realizo esa actividad nueva, que yo sé que me va a hacer sentir feliz. Hemos aprendido muchos dichos para defendernos del hecho de que nosotros controlamos nuestros sentimientos, esas frases anuncian que no somos responsables de lo que sentimos. Así que, tenemos que rehacer esas frases para que reflejen que nosotros controlamos nuestros sentimientos y que vamos a actuar de manera beneficiosa e inteligente.
He de decir hubo un momento en mi vida que decidí ser feliz, decidí embarcarme en nuevos proyectos, no solo baile, también personales, pero sabía que el baile me hace feliz. Siempre se tiene un poco de miedo, porque no sabes que es lo qué va a pasar ni cómo va a resultar.
Os animo a vencer la pereza, a dar soluciones a los impedimentos que se pongan en el camino para bailar. Que seamos inteligentes, valientes, controladores de nuestros pensamientos y de la vida. Todo va a requerir esfuerzo, disciplina y rutina, pero merece la pena.
Lo que verdaderamente importa en esta vida es ser feliz y el tiempo pasa y pasa volando.
Lo que sentís vosotros también lo siento yo, y detrás de cada video o clase siempre ronda la pregunta de: ¿lo estoy haciendo bien? ¿Este es el camino? Pero yo controlo mis pensamientos.