Los bailarines, e incluso deportistas de mi época, teníamos un pensamiento de trabajo en nuestro entrenamiento que me ha hecho hacer algunas cosas mal.
Con los años y la experiencia empiezas a darte cuenta de lo que no se debe hacer, porque no sólo no te permiten avanzar para mejorar tu baile, sino que, además, con el tiempo, pueden aparecer lesiones y dolores.
Las personas que bailamos sabemos que tenemos que repetir y repetir para mejorar nuestro baile y que hay que corregir para bailar mejor, eso lo tenemos grabado a fuego.
Todos los maestros de la escuela antigua nos han corregido constantemente, nos han corregido sin parar, y cuando un maestro no te corregía era porque no te miraba y no le interesabas, por lo que era mejor que lo hiciera. Esos maestros que vivieron en una época muy diferente a la mía, han sufrido mucho en su vida y en su profesión. La vida era dura y la del artista mucho más. Esos viajes, esos ensayos en suelos y lugares con suelos y condiciones horribles, esas lesiones que tenían unas curas bastante diferentes y con las que había que convivir y bailar. Pero eran unos artistas que entraban en la clase y tenían un aura muy especial, eran artistas de los de antes. Muy artistas.
Conociendo que los tiempos han cambiado, nos ponemos en situación y vemos cual es la herencia que hemos recibido de nuestros maestros, entonces es cuando podemos cambiar lo malo y valorar lo bueno.
Tres cosas hay, que he aprendido con el tiempo, que no hay que hacer si bailas:
- No calentar antes de bailar y no estirar después de la clase de baile. Un calentamiento lento, unos ejercicios que empiecen a lubricar nuestros músculos y articulaciones. Empezar a movilizar nuestro cuerpo, columna y extremidades. Ejercicios que me hagan tomar consciencia de mi cuerpo, ejercicios que me alineen. No puede faltar, nunca, para evitar lesiones y añado, que los años pasan.
- Si hay dolor hay algo mal hecho. Nosotros los bailarines, parece que tenemos que convivir con el dolor. Error, que eso tiene un precio muy alto. Si hay dolor (del malo) es el mensaje de tu cuerpo, tienes que descifrar que pasa, corregirlo y cambiar tu trabajo y tu movimiento. A que bailarín no le duelen los pies, la espalda, las rodillas. Lesiones típicas de los bailarines, esguinces de tobillos, juanetes (hallux valgus), fascitis plantar, lesiones de cadera (cadera en resorte, rotura del labrum …), escoliosis, artrosis, tendinitis, dolor de las espinillas y un largo etc. Debemos de estar alerta, corregir y saber que hay movimientos que si exigen una gran laxitud traerán problemas graves en el futuro. Sopesar si merece la pena traspasar el límite y sus consecuencias futuras. Conocer, saber y que el trabajo corporal sea seguro y beneficioso, bailar para disfrutar y expresar, aunque el trabajo sea duro y constante.
- La perfección no existe. Por mucho que queremos bailar bien, la perfección no existe. Así que, que nos corrijan sin parar no tiene que significar que no hacemos algo bien. Lo importante es tu propia personalidad, tu estilo y tus ganas de bailar. Si bailar te apasiona, si disfrutas cuando bailas, eso lo vas a trasmitir. No olvidemos que detrás de un buen espectáculo o de un bonito baile hay mucho trabajo detrás, pero la personalidad, tu propio arte, la creatividad y el trabajo harán tu baile “perfecto”. Admiro a muchos bailarines que tienen una gran personalidad y que hacen unos espectáculos maravillosos: María Pagés, Sara Cano, Manuel Liñán, Rubén Olmo, Jesús Carmona, Antonio Najarro, Sara Baras y muchos más que no sólo bailan bien y tienen una maravillosa técnica, sino que tienen una gran personalidad.
Aquí tienes estos consejos que espero te ayuden a bailar más y mejor.